Mario Desbordes: “Tenemos que conversar los de escuelita con número con los que han ido a Harvard o Chicago”
Fue el único de todos los presidentes de partido que -en la madrugada del viernes- firmó con lápiz pasta de color verde el “Acuerdo por la paz social y una Nueva Constitución”. Lo hizo -dice- por un “gesto de cariño a Carabineros”.
Mario Desbordes, presidente de Renovación Nacional, fue uno de los protagonistas del diálogo entre oficialismo y oposición. Uno que comenzó a título casi personal cuando empezó la crisis, intentando acercar posiciones para la agenda social que nació a partir de las demandas de la calle.
El viernes, cuando entró a la sala de la Cámara de Diputados, fue recibido por un aplauso por parte de los parlamentarios. Desbordes no se echa demasiadas flores y afirma que no hay que bajar la guardia, porque la crisis aún no termina. Dice que el Presidente Piñera tiene un rol clave tanto en la agenda de reformas sociales como en el itinerario constitucional y asegura que en Chile Vamos hace falta más conversación entre “la técnica” y “la vida misma”.
¿Qué se jugaba el Presidente en el discurso del martes en la noche? Muchos criticaron que no había dicho nada.
Lo dijo todo. Hoy, a la luz de lo que pasó el viernes, se va calibrando bien lo clave que fue. Él pudo haber decretado estado de emergencia, las condiciones en la calle lo ameritaban con incendios en iglesias, sedes de partidos, supermercados, saqueos. Pero prefirió hacer un llamado a la clase política al diálogo, dejó abierta -corriendo un tremendo riesgo- esa puerta sabiendo que si recrudecía la violencia dos o tres días después, la culpa iba a ser de él. Y la apuesta arriesgada del Presidente tuvo resultados.
¿El Presidente dio el pase de gol para lo que pasó la noche del jueves?
El Presidente fue clave en esto. Si él hubiera tomado la decisión de decretar el estado de emergencia -que muchos desde el sector y con mucha razón le pedían-, habría cerrado la posibilidad del diálogo. Optó por lo segundo y la verdad que con altura de miras asumió el riesgo que eso significaba.
¿Cuán avanzadas estaban sus conversaciones con la oposición cuando Piñera llamó el martes a los tres acuerdos?
En materia de reformas institucionales, prácticamente cero. Por lo tanto, el Presidente hizo una apuesta enorme, porque habíamos estado conversando y no había habido reuniones formales entre la oposición y el gobierno ni un empujón real en enfrentar una demanda por esta nueva Constitución. Lo que hace el Presidente es gatillar esas reuniones. En materia de reformas sociales, sí.
Llevábamos un mes y tanto conversando con la oposición, RN había dialogado con todos, desde el FA hasta la DC, para buscar acuerdos en temas como la reforma a la salud. Esperamos podamos converger con Chile Vamos, el gobierno y la oposición para tener acuerdos amplios en esta materia.
En esta pasada usted mostró una faceta negociadora que muchos no conocían, ¿cuán central fue su rol en diálogo?
No se había producido la oportunidad. Me había tocado negociar mucho antes, pero la escala de lo que nos tocó negociar este mes es mucho mayor de lo que nos había tocado. Yo tengo una buena relación con la oposición, en RN hemos intentado siempre de ser parte de los acuerdos, y eso ayudó mucho.
Pero más allá de eso, se rescata de su gestión que supo conectar rápidamente con las demandas que se estaban planteando.
Las veníamos planteando hace tiempo. Cuando yo tengo a mi hijo marchando en la calle y una de las razones que plantea es la pensión de mi padre, que es de 180 mil pesos, algo comprendo lo que está pidiendo la gente que marcha. No es algo que he leído en el diario, que he visto en encuestas o en estudios. Lo veo en la casa de mis padres cada vez que nos juntamos y es parte de la realidad familiar. Somos personas de clase media: a mí me ha ido muy bien, tengo una buena situación económica y mi núcleo familiar directo es privilegiado, pero no estamos desconectados de lo que pasa con la gente que vive en Maipú, La Florida, La Cisterna, que es la mayoría de quienes han estado marchando a nivel nacional.
Antes de esto, ¿se sintió alguna vez ninguneado por parte de la derecha?
Un par de veces, pero muy poco, hubo comentarios torpes en sentido de que venía de escuela con número… Pero no era algo masivo. Nunca me sentí discriminado de manera importante. Somos un partido donde convivimos en armonía personas que vienen de los mejores colegios de Chile con otros que provenimos de escuelita con número. Uno se va ganando un espacio con su trabajo, y eso ha permitido que se valore lo que he hecho este mes.
¿No falta un poco más de eso en el gobierno? ¿No faltan más personas que vengan de escuelita con número, como dice usted?
Yo creo que tenemos que conversar mucho los de escuelita con número con los que han tenido la posibilidad de ir a Harvard o Chicago. Muchas veces las teorías, los estudios, son importantes y necesarios en el diseño de políticas públicas, pero la vida misma ayuda mucho a conectar con lo que realmente está pasando, más allá de los números.
¿En qué pie queda un Presidente con un 13% de aprobación, que tuvo que renunciar a su programa y a no cambiar la Constitución? ¿Será un mero administrador?
No. El Presidente va a liderar estas reformas, espero que logremos convencerlo de profundizar algunos de los anuncios que él ha hecho. Él, no tengo dudas, va a lograr que este país se levante en términos económicos. El Presidente va a seguir gobernando hasta el último día y estoy seguro de que va a terminar bien.
Espero que tengamos conciencia de que no es el minuto de ahorrar en algunas áreas -como en las pensiones, las deudas del CAE-, aunque siempre son importantes las finanzas públicas y los equilibrios fiscales. Aquí hay que combinar, con mucho cuidado, por un lado lo que dicen los números, con los gestos, lo que vamos dando como señal a la ciudadanía. Por eso es importante rebajar la dieta parlamentaria o subir los impuestos a los que más tienen.
¿Diría que la peor parte de la crisis ya pasó?
Lo peor que podemos hacer es pensar que esta crisis se administra o que se va a terminar si esperamos que pase. Si no trabajamos en las reformas que están sobre la mesa, esto va a volver a explotar en seis meses más. Y lo que es más complicado es que quienes estamos en cargos de responsabilidad ya no vamos a ser interlocutores válidos. Es un espejismo pensar que disminuyendo la gente en la calle esto terminó.
Antes de que estallara la crisis, ¿qué pensaba sobre cambiar la Constitución?
Nunca he tenido problemas en plantear un cambio o una nueva Constitución. Yo creo que la que tenemos es buena, pero estoy consciente de que la mitad de los chilenos o más no piensan lo mismo, por tanto creo que es legítimo plantearnos una nueva que nos represente a todos. Ahora, hay que tener mucho cuidado con generar en la gente la expectativa de que una nueva Constitución va a transformarnos en un día para otro en Suecia.
¿Cómo votaría en el plebiscito?
Mi partido va a abrir la posibilidad de que los militantes voten a favor o en contra. En mi caso, voy a votar a favor de un cambio.
¿Y por qué mecanismo?
Voy a apoyar el mecanismo que planteamos como Chile Vamos (convención mixta constitucional), pero también creo que si esto es 100% electo no es un cuco.
La Tercera