La difícil posición de Ampuero

Ha sido una semana difícil para el canciller Roberto Ampuero. La noticia, en boca del subsecretario del Interior, Rodrigo Ubilla, de que Chile no firmaría el Acuerdo Migratorio de la ONU, dejó una vez más en evidencia “la falta de peso del ministro”, como reconocieron en estos días en el seno del Ministerio de Relaciones Exteriores. Los errores y desacuerdos al interior de la administración piñerista ya son historia conocida y, con este tema, ya llevan tres días intentando explicar por qué se rompió, de la noche a la mañana, con décadas de una política exterior basada en el multilateralismo, para centrar las resoluciones de la política internacional bajo criterios cortoplacistas enfocados exclusivamente en la política nacional.

Tras un agitado lunes de declaraciones y rectificaciones desde La Moneda de parte del canciller y el propio Presidente Sebastián Piñera, sobre la concepción del Gobierno sobre los derechos de los migrantes, Ampuero llegó a Valparaíso el martes con el fin de rendir cuentas ante la Comisión de Relaciones Exteriores de la Cámara de Diputados, donde algo nervioso intentó responder las preguntas de los parlamentarios de oposición. Desde la propia Cancillería se lamentaron del panorama en esa cita, porque aseguraron que el canciller ha tenido que cargar con una resolución que pasó exclusivamente por Presidencia y que fue “maniobrada desde el Ministerio del Interior”.

“Uno es el derecho a que uno tiene a salir de su país, pero no a entrar a cualquier país”, recalcó una y otra vez el ministro, hasta que el presidente de la comisión, Pablo Vidal (RD), lo emplazó directamente: “Canciller, la pregunta es si usted cree que migrar es un derecho humano”. Un tanto cabizbajo y casi a regañadientes, Ampuero respondió: “Yo pienso que es un derecho humano migrar”, una frase que pasó casi inadvertida el martes, ya que en paralelo se desarrollaba la interpelación al ministro del Interior, Andrés Chadwick, por la muerte del comunero mapuche Camilo Catrillanca, pero para quienes sí la escucharon dejó claro que la decisión de salirse del pacto no era algo compartido unánimemente en la actual administración.

Con esas palabras, el canciller había contradicho públicamente la postura oficial de La Moneda, que en boca del subsecretario Ubilla aseguró a El Mercurio el domingo –para argumentar la decisión de bajarse del pacto– que “migrar no es un derecho humano”. Las conversaciones de pasillo ayer con la prensa no rindieron los frutos esperados para tratar de bajar el perfil al evidente desorden que, una vez más, se había instalado en Palacio con este tema.

Tampoco contribuyó la nueva ronda de declaraciones de las autoridades. Tras finalizar una actividad en torno al APEC, que organizará nuestro país y concentraba todos los esfuerzos de la Cancillería, Piñera salió ayer en la mañana de improviso, otra vez, a explicar la posición de su Gobierno sobre las migraciones, pero sobre todo a insistir en que no había un choque de visiones en el seno de su administración sobre este punto. Acto seguido, Ampuero enfrentó a la prensa, trató de responder la mayoría de las preguntas, pero evadió aclarar si había  un conflicto con el subsecretario Ubilla. Rato después, la ministra vocera Cecilia Pérez volvió a tocar el tema e hizo hincapié en que no existe una contradicción política entre Interior y Cancillería.

Si bien es sabido que la última palabra en materia internacional, obviamente, corresponde al Presidente de la República, reconocieron que nunca antes los funcionarios de Relaciones Exteriores involucrados en el tema en cuestión se habían enterado literalmente por la prensa de una decisión de La Moneda. En el seno de la Cancillería aseguraron que al ministro Ampuero “nunca le han dado su lugar, ni siquiera lo dejan opinar”, una debilidad que preocupa por lo que podría mermar el estándar de Chile en el concierto internacional.

Tanta declaración y explicación se sustenta , además del choque de visiones, en que en La Moneda no quedaron conformes con el despliegue del canciller el lunes en la mañana, quien dio un punto de prensa para, precisamente, explicar el retiro de Chile del pacto migratorio. Se suponía que con eso se debió cerrar el punto o al menos, encauzar el debate, pero como las palabras de Ampuero no fueron consideradas satisfactorias en Palacio, obligaron a que, en esa misma tarde, Piñera saliera a repetir casi exactamente el mismo discurso que había horas antes expresado su ministro de Relaciones Exteriores.

Al interior del oficialismo señalaron que la única claridad dentro de este desorden es que el canciller Ampuero no ha logrado salir del letargo y la ausencia de autoridad que ha caracterizado su gestión, la que es criticada desde el rol que tuvo ante la demanda de Bolivia contra Chile en La Haya. Es más, muchos destacaron que el ministro es “un buzón” de la Presidencia y que no ha logrado cumplir el rol de “orejero” en materia internacional al que está destinado históricamente quien ejerce de canciller, por el contrario, reconocen que ha sido constantemente opacado por el joven asesor del segundo piso de La Moneda, Benjamín Salas Kantor, quien tiene mucho más peso que Ampuero y que es un estrecho colaborador de Cristián Larroulet, el jefe del segundo piso de Palacio.

Que el manejo de la política exterior se zanjaba en las oficinas de Larroulet, era algo que se ha comentado por meses en el Gobierno y entre los entendidos en materias internacionales, pero la última jugada con el pacto migratorio fue la prueba pública de ello. “Dejó sin muñeca al canciller”, comentaron en la actual administración.

En el oficialismo explicaron que el errático actuar de Ampuero responde al perfil que el propio Piñera quiso instalar para el manejo de las relaciones exteriores de su mandato, una persona que, si bien no tiene la experiencia necesaria para el cargo, tiene la condición de “converso” por su pasado de izquierda, lo que lo transforma en el más idóneo para desplegar el discurso anticomunista y marcar permanente los puntos públicos sobre Venezuela y Cuba, dos situaciones que siguen dividiendo a la actual oposición.

En La Moneda han intentado blindar al canciller. Junto con poner el acento en que la mayoría de las instancias internacionales están “capturadas” por la centroizquierda, afirmaron que a ojos de la opinión pública Ampuero sigue fuerte, que no ha sufrido pérdidas, una visión que es respaldada –agregaron– por el apoyo que recibe La Moneda en el tema migrantes. Y para tapar su ausencia de poder, en el edificio de la cartera de Relaciones Exteriores repiten, una y otra vez, que fuera de Chile todos le contestan el teléfono al ministro.

La preocupación en Cancillería

Al interior del oficialismo reconocen que el viraje en la política internacional es “extremo, aunque necesario en el contexto”. Y es que a varios les llamó la atención el momento en que La Moneda decidió hacer pública la resolución de no firmar el pacto, solo a dos días de la interpelación a Chadwick, quien ha vivido su peor momento político con el crimen de Catrillanca.

La razón de fondo de la decisión estaría en la necesidad de revertir la caída en las encuestas que sufrió el Gobierno por el caso Catrillanca y el momento elegido apuntó a desviar la atención de la opinión pública hacia un tema de impacto en los sondeos y la opinión pública: los migrantes vinculados a la seguridad interior.

La resolución interna en La Moneda es que, de ahora en adelante y previo a la firma de cualquier pacto o tratado, se va a analizar primero cómo eso toca la interna del país. Más que privilegiar criterios de política exterior o multilateralidad, se va a privilegiar a todo evento la política domestica y, para dar sustento a ese criterio, en el Ejecutivo recalcaron que el interés está más en instancias del tipo G20, ese grupo exclusivo de las 20 economías más poderosas del planeta y en cuya última cita Chile fue invitado por el país anfitrión, Argentina, gobernado por Mauricio Macri, con quien Piñera tiene una relación cercana y fluida.

Pese a que Ampuero se ha ganado “con simpatía la confianza de parte del ministerio”, la debilidad de sus redes hace que no logre tapar la incertidumbre interna en la Cancillería por el rol real que tendrá esta cartera en los próximos tres años que le quedan a Piñera en el Gobierno.

Si bien es sabido que la última palabra en materia internacional, obviamente, corresponde al Presidente de la República, reconocieron que nunca antes los funcionarios de Relaciones Exteriores involucrados en el tema en cuestión se habían enterado literalmente por la prensa de una decisión de La Moneda. En el seno de la Cancillería aseguraron que al ministro Ampuero “nunca le han dado su lugar, ni siquiera lo dejan opinar”, una debilidad que preocupa por lo que podría mermar el estándar de Chile en el concierto internacional.