La cuestionada relación por los jesuitas entre el padre Hurtado y Karadima

En el archivo de la Compañía de Jesús está el expediente de 1987 que realizó el Vaticano para santificar a Alberto Hurtado. Uno de los primeros en testificar en el proceso fue Fernando Karadima -hoy expulsado del clero-, quien señala que durante casi cinco años el sacerdote fue su director espiritual. Los jesuitas ponen en duda el vínculo entre ambos religiosos.
“¡Karadima! ¡Se nos arrancan todos los patroncitos, ayúdeme!”, grita el actor Cristián Campos, interpretando al padre Alberto Hurtado en una escena de Crónica de un hombre santo, la miniserie que transmitió Canal 13 en 1990.
Pocos lo recuerdan, pero Fernando Karadima, recientemente expulsado del sacerdocio por el Papa Francisco, era uno de los personajes que aparecía en la producción televisiva, interpretado por el actor Pablo Ausensi. Allí figura como uno de los discípulos del sacerdote jesuita, que lo acompaña a rescatar niños sin hogar que duermen en la ribera del río Mapocho.
En esos años aún no se ponía en duda la cercanía entre Hurtado y Karadima. El expárroco de la Iglesia de El Bosque solía relatar sus vivencias con el santo chileno, a quien calificaba como su guía espiritual, un testimonio que utilizaba para impresionar a los jóvenes de su séquito y que está reiterado en varios libros, entrevistas y columnas en diarios de los años 80 y 90. Nunca, nadie lo desmintió.
Solo después de que en 2010 estallara el escándalo por la denuncias de abusos sexuales y de poder que cometía Karadima, el nexo con el Padre Hurtado se volvió un antecedente incómodo para la Iglesia. Entonces salió la familia del sacerdote jesuita (sus sobrinos) a desmentir cualquier vinculación entre ambos, y los miembros de la Compañía de Jesús precisaron que los relatos eran exageraciones o, derechamente, mentiras. En abril de 2010, toda referencia al personaje de Karadima y al actor Pablo Ausensi fue eliminada de la página de Wikipedia de la miniserie de Canal 13.
El libro Los secretos del Imperio de Karadima de Juan Andrés Guzmán, Gustavo Villarrubia y Mónica González (Catalonia, 2011), sostiene al respecto y basándose en fuentes jesuitas, que el sacerdote “inventó una relación con Alberto Hurtado”. La investigación señala que Karadima contaba que lo conoció a los 16 años, pero que en verdad esto ocurrió en 1950 -dos años antes de la muerte de Hurtado-, cuando Karadima tenía 20 años y era funcionario del Banco Sudamericano. El texto asegura que fue una relación superficial, desmiente que Hurtado fuera confesor de Karadima o que lo incentivara a ser sacerdote.
Por su parte, en el libro Karadima el señor de los infiernos (Debate, 2011), de María Olivia Mönckeberg, la periodista pregunta directamente al sacerdote jesuita Antonio Delfau: “¿Qué saben ustedes, los jesuitas, de la verdadera relación de Karadima con el Padre Hurtado?”. El exdirector de la revista Mensaje responde: “Sabemos que hay mucho de fantasía en la historia que él cuenta del padre Hurtado (…) en ninguna cronología, en ninguna biografía o estudio serio sobre el Padre Hurtado aparece su nombre”.
Sin embargo, una investigación de La Tercera accedió a un documento oficial donde el expulsado sacerdote detalla su vínculo con el santo chileno. Se trata de los dos tomos de la Positio Super Virtutibus (Posición Sobre las Virtudes), publicada en Roma en 1987: el expediente del Vaticano que permitió la beatificación en 1994 y posterior canonización en 2005 de Alberto Hurtado Cruchaga.
Allí se incluye, en extenso, el testimonio juramentado de 60 personas que conocieron en vida al sacerdote y que podían dar cuenta de sus “virtudes heroicas”. Uno de los primeros en declarar en 1977, cuando recién se inició el denominado “proceso cognicional”, fue Fernando Karadima Fariña. Su testimonio es el número diez. A lo largo de 31 carillas, el hoy exsacerdote da cuenta de sus vivencias como seguidor de Hurtado entre 1948 y 1952; los mensajes que dice que el jesuita le transmitió en privado sobre su vida y pensamiento, así como experiencias de carácter “divino” que habría experimentado el fundador del Hogar de Cristo. Varios extractos de su declaración luego son reproducidos nuevamente en el compendio final de la Positio elaborado en El Vaticano entre 1986 y 1987, y aprobado por una comisión de teólogos en 1991.
“El testigo declara que todas sus respuestas a este interrogatorio se basan por el conocimiento directo que ha tenido de personas y hechos que se mencionan aquí; sobre todo, sobre el conocimiento y trato que tuvo durante cerca de cinco años, en forma casi diaria con el Siervo de Dios”, sostiene el documento.
La copia del expediente con el proceso realizado por la Iglesia para santificar a Hurtado, y que incluye íntegro el relato de Karadima, se encuentra en el Archivo de la Provincia Chilena de la Compañía de Jesús, ubicado en calle Alonso de Ovalle, en Santiago.
Según su declaración, conoció al religioso en 1948 cuando tenía 17 años. “Estando trabajando en el Banco Sudamericano, fui invitado a una conferencia que debía dar el P. Hurtado en el Colegio San Ignacio. Cuando estábamos todos reunidos en el auditorio, apareció el Siervo de Dios y se excusó de no poder dar la conferencia por tener que asistir a un enfermo grave; los pocos minutos que habló, me impresionó su manera tan humilde, tan humana como se excusó; sentí algo interior al ver en él algo extraordinario, yo tenía entonces 17 años. Inmediatamente tomé contacto con él personalmente para confiarle mi alma y mi vocación sacerdotal que tenía desde pequeño. Desde entonces el Padre fue mi guía y director espiritual”.
A continuación detalla dos visiones que habría tenido Hurtado en su juventud.“El Padre no era inclinado a hacer confidencias de carácter personal, pero estimo que hizo una excepción conmigo (…) Recuerdo dos hechos que el mismo Padre me narró: cuando siendo todavía estudiante, en Lovaina, sintió una tentación de abandonarlo todo. Se amarró a una columna con una cuerda dándose cien vueltas, fue sacándose el cordel y cada vuelta que deshacía iba diciendo: ‘me estoy soltando de Jesucristo para poderme ir de la Compañía’, como reconociendo su debilidad; al término de desenrollarse el cordel sintió la necesidad de amarrarse otra vez a la columna y se fue al sagrario. En otra ocasión, siempre en Lovaina, sintió la sensación de una inmensa soledad, entonces subió varios pisos hasta la terraza y encontró un sacerdote muy anciano y enfermo que le dijo: ‘nunca se siente solo un hombre que tiene a Dios consigo’. En esas palabras el Siervo de Dios percibió la voz de Dios”.
Las conclusiones de la Positio, el documento elaborado en Roma por un relator designado por la Congregación para las Causas de los Santos, destaca extractos del testimonio de Karadima. Uno para referirse a la labor de Hurtado como confesor: “En el ministerio de la confesión, que él consideraba como el más grande, el Padre Hurtado era de una extraordinaria sensibilidad: jamás retaba al penitente, y todos salían felices, aun los que tenían problemas muy serios. En el confesionario el Padre Hurtado era verdaderamente un Buen Pastor”.
En otra parte se cita al sacerdote para señalar que la creación del Hogar de Cristo fue una idea súbita: “Por lo que el Siervo de Dios me refirió, sé que la idea de fundar el Hogar de Cristo nació de él, en una forma inesperada, cuando él estaba predicando, cuando celebraba la misa con gran asistencia de fieles”.
En varios pasajes de su testimonio Karadima señala que su vocación sacerdotal fue impulsada por el santo: “El año 1951, en la procesión de la Virgen del Carmen, yo iba al lado de él, y mirándola fijamente me dijo: “Prepara tus cosas porque la Virgen solucionará tus problemas a principios del próximo año y tú entrarás al Seminario”. Yo entré efectivamente al Seminario en abril, habiéndose solucionado en marzo mi problema, que era de carácter familiar y económico, en una forma que yo considero milagrosa”.
Política y virtudes
Según el cuestionario del proceso cognicional, Karadima debía ir detallando las distintas “virtudes heroicas” que hacían a Hurtado merecedor de la santidad. Asimismo, aprovechó de desmentir la principal dificultad que enfrentó en su época el proceso de beatificación: las supuestas simpatías políticas de izquierda del sacerdote jesuita.
“Recuerdo que en reuniones con universitarios, al manifestar su deseo de fundar la Asociación Sindical Chilena, nos expresó que él se jugaba una carta muy difícil, pero que Dios le pedía el dedicarse a ese apostolado social (…) Nunca influyó en materia política. Lo que escuché de él fueron los principios generales de la doctrina de la Iglesia. Recuerdo que al consultarle sobre qué candidato debía votar en una elección presidencial, creo que esto fue en el año 1952, su respuesta fue ‘pide a Dios luces y vota en conciencia’. Considero que la acusación de ‘tendencia comunista’ en el P. Hurtado es absolutamente falsa y absurda. Recuerdo que en cierta ocasión, terminada la misa, tres caballeros fueron a hablar con el rector Pedro Alvarado para manifestarle que había ideas comunistas en la homilía de Hurtado”.
Sobre la labor social, el testimonio agrega que “recuerdo en una ocasión haberlo acompañado a la cárcel pública, donde había unos 500 presos, me causó impresión el oír cómo los presos gritaban ‘llegó el apóstol, el hombre que nos quiere mucho’. Sé, por otras personas, que el Padre pasaba encerrado en una celda algunos días al año, para vivir la vida del preso”.
En cuanto a las virtudes espirituales, Karadima señala sobre el jesuita: “Llamaba la atención en él la devoción con que celebraba la eucaristía, y si no había iglesia o capilla se hincaba en el suelo para adorar a Dios presente en todas partes. (…) Exhortaba e insistía mucho en la práctica de la humildad en la dirección espiritual y en su predicación. También aconsejaba actos de humildad tales como besar el suelo o golpear la cabeza contra el suelo para reprimir el orgullo (…) En la predicación exhortaba mucho a la penitencia, también corporal. El Siervo de Dios, como religioso y como sacerdote, vivió plenamente y en forma heroica su voto de castidad. Como todo ser humano, yo pienso que el P. Hurtado debió hacer violencia a su cuerpo para mantener su virtud, que en él resplandecía de una manera transparente. Era un tema frecuente en su predicación a los jóvenes, especialmente durante los retiros”.
Su testimonio también aborda la postura de Hurtado en temas morales: “En aquellas conversaciones en que se aludía a pecados tales como el aborto, la nulidad (civil) de los matrimonios, las injusticias sociales, etc., él siempre recordaba frases del Evangelio tales como “si tu mano es ocasión de pecado, córtala”. Manifestaba horror hacia el pecado del escándalo: a este respecto, recuerdo que habiendo aparecido por aquellos años un periódico de caracter pornográfico llamado Intimidad, gracias a una entrevista suya con el Presidente de la República, dicho pasquín fue suprimido inmediatamente”.
Horas finales
Karadima menciona en su relato una larga conversación cuando Hurtado, afectado de un cáncer, se retiró por orden de sus superiores a una casa en Calera de Tango. Luego, ya internado en la Clínica de la Universidad Católica, dice en el expediente, volvieron a conversar días antes de su muerte, una historia que años después solía repetir en la Iglesia de El Bosque. “Encontrándome solo con él en su pieza de la clínica, el Padre me dijo: ‘estoy mirando a Cristo cubierto con un velo, pero pronto se correrá el velo y veré al Patrón. ¿Quieres enviarle algún recado al Patrón y a la Patroncita?’. Yo me arrodillé, llorando por la emoción, tomé sus manos y le pedí tres cosas, de las cuales ya se cumplieron dos y confío en que la tercera también se cumplirá”.

La narración señala que “el funeral se celebró el 20 de agosto, a las 10 de la mañana, en la Iglesia de San Ignacio. Al salir el cortejo en dirección a la iglesia de Jesús Obrero, donde iba a ser sepultado, vi encima de las torres de la iglesia formarse en el cielo una inmensa cruz de nubes que se mantuvo todo el rato que el féretro estuvo frente a la puerta de la iglesia”.
Declaración
Con motivo de este reportaje, el Departamento de Comunicaciones de la Compañía de Jesús envió una declaración que señala: “En el proceso de canonización del P. Alberto Hurtado se recibió el testimonio de 60 personas, que se refirieron a su vida y a su práctica de las virtudes cristianas; una de esas personas fue el exsacerdote Fernando Karadima. Su testimonio ocupa veinte de las casi mil páginas reunidas. Karadima conoció al Padre Hurtado cuando asistió a una conferencia y después conversó varias veces con él acerca de su vida espiritual, además de participar en un grupo de discernimiento vocacional”.
Fuentes ligadas a la Compañía de Jesús señalaron que el expárroco de El Bosque fue citado a declarar al proceso de canonización debido a la relevancia que había adquirido en los años 70 y 80. En ese entonces, muchas veces Karadima contó en sus prédicas y en publicaciones sus vivencias con el Padre Hurtado, sin ser desmentido por los jesuitas.
La Tercera