Discusión de reforma previsional en la Cámara tensionó a la oposición
El miércoles pasado, el presidente de la comisión de Trabajo de la Cámara, diputado Raúl Soto (DC), salió a explicar ante la prensa que a las 9:00 horas de ayer sesionaría la instancia con dos objetivos: escuchar a los ministros de Hacienda y Trabajo, Nicolás Monckeberg y Felipe Larraín respectivamente, y votar la idea de legislar el proyecto que reforma el sistema de pensiones. “No podemos estirar más el chicle”, decía en ese momento el falangista asegurando que el Gobierno debía llegar con una respuesta al petitotrio de 10 puntos mínimos fijados por la oposición para respaldar la iniciativa y permitir su avance.
Pero ayer, finalmente, sólo se logró un objetivo. La sesión comenzó con Soto dándole el paso a cada uno de los ministros presentes -además estaba el titular de la Segpres, Gonzalo Blumel-, para convencer a la oposición de un voto favorable. El tiempo corría y la sesión, que debía terminar antes de las 10:30 horas para dar paso al trabajo en Sala, fue ocupada para que los presentes hablaran con holgura. Soto hizo preguntas y les dio el pase a los secretarios de Estado para que respondieran.
Después le dio la palabra al diputado Patricio Melero (UDI). Fue ahí cuando la inquietud comenzó a tomarse la reunión, especialmente porque las diputadas Karol Cariola, Maite Orsini (RD), Alejandra Sepúveda (FRVS) y Gael Yeomans (IL), presionaban a Soto para que iniciara la votación. Sepúlveda alegó la poca formalidad y seriedad del Ejecutivo al referirse en términos “generales” al petitorio y no llegar con un documento escrito y anunció que votaría en contra. Dijo no tener confianza en la transmisión oral de éstos ya que no cree “en la garantía de las indicaciones”. Fue en ese momento el diputado Tucapel Jiménez (PPD) propuso posponer la votación para la próxima sesión, que es el lunes a las 17:00 horas, lo que fue recogido por Soto quien se paró, tocó la campana, dio por cerrada la sesión.
Todo esto en medio de los alegatos de sus compañeras y ante la atenta mirada de su jefe de bancada, diputado Gabriel Ascencio. El reglamento y lo político “¡¿Qué estás haciendo?!”, “¡Mentiroso!”, “¡No pediste la unanimidad para la próxima sesión!”, “¡Cállense!”, fueron solo algunas de las frases que se escucharon. Unas de los diputados de oposición a Soto, otras de los parlamentarios oficialistas a los de la vereda contraria. Los ministros advirtieron que al no haberse votado, entonces el proyecto debería pasar directamente a la Sala, especialmente considerando que la iniciativa tenía urgencia simple (30 días para ser evacuado por la Cámara respectiva) la que vencía la noche de ayer.
La incertidumbre entonces fue total, aunque el diputado Soto se mantuvo en su idea de dejarlo para el lunes, según él basándose en el reglamento interno. Pero minutos más tarde fue convocado por la Secretaría de la Corporación, en donde se le informó que efectivamente debía irse directo al Pleno si es que el Gobierno no tomaba alguna decisión respecto a la urgencia. Fue ahí que el diputado Gabriel Ascencio (DC) tomó la batuta y comenzó a hacer gestiones con la Segpres para que resolvieran a la brevedad, todo esto cuando el titular la cartera ya iba de regreso a Santiago.
El problema no solo era reglamentario, sino también político. En sectores de centroizquierda consideran un escenario positivo para el Gobierno y la DC que el proyecto pase directo a la Sala, pues ahí la falange podría manifestar solo una vez su opinión y las diferencias internas no serían tan llamativas. Lo anterior considerando que Soto no está a favor de respaldarlo, pero esa no es la opinión unánime de la bancada. De hecho, según las negociaciones entre el Ejecutivo y la falange, se ha considerado que aunque se rechace en la comisión, luego sea aprobado en Sala contando con el apoyo de algunos DC. Ese escenario lo habría hecho avanzar más rápido. “Es un error rechazar la idea de legislar. Se puede pagar un costo político, y al abrirse a legislar, se le pueden hacer modificaciones al proyecto”, ha dicho por ejemplo el demócratacristiano Jorge Sabag.
Fuente: Emol.com