Pedro Cayuqueo : El machi a su rewe
A muchos nos cuesta entender por qué se sigue negando a Celestino Córdova aquella visita a su rewe que solicita con ahínco hace tantos meses. Las salidas vigiladas y temporales de la cárcel son beneficios intrapenitenciarios que forman parte de las actividades de reinserción social de todos los reos en Chile. Y se otorgan, previo cumplimiento de requisitos, en las más variadas y disímiles circunstancias. Pasa en Colina II, la Penitenciaria y también en Punta Peuco.
¿Qué solicita Córdova? Asistir por 48 horas a la ceremonia de renovación de su rewe en su lof en las cercanías de Temuco. En la cosmovisión mapuche aquello es parte del protocolo de los y las machi, estar cerca y renovar -cada tantos meses o años- el altar ceremonial –aquel tronco escalonado- que permite el tránsito entre el mundo material e inmaterial. “Ngei ku rewen”, se llama la ceremonia. Y es clave para el normal desarrollo de sus labores curativas y religiosas.
No se trata de una ceremonia cualquiera. Mucho menos de un capricho. El rewe y el machi están directamente conectados, uno no puede vivir sin el otro. Y cuando el machi está mal o el rewe está limitado en su función ceremonial, se afectan mutua y gravemente en lo físico y espiritual. Aquella es la enfermedad -o el desequilibrio, diría mi abuelo- que afecta hace meses al machi Córdova en la cárcel. Y que justifica su petición.
¿Qué impide a las autoridades otorgar este permiso? Creo tres razones conectadas entre sí. Una es cultural, la otra política y una tercera de procedimientos.
La cultural es más o menos evidente; la mayoría de los chilenos desconoce totalmente la cosmovisión mapuche y el rol de los y las machi en nuestra sociedad. “Bruja o curandera” era la burda y ofensiva definición que se enseñaba hasta hace poco en las escuelas. Esa ignorancia usualmente es atrevida. Se da el lujo de calificar si son o no válidos los ritos y creencias de una cultura milenaria. Y de la cual, insisto, poco y nada conocen.
La razón política es de Perogrullo. Celestino Córdova para muchos dueños de fundos, descendientes de colonos y gremios empresariales es una especie de símbolo. Un símbolo del mal. Un criminal, un extremista condenado y carente de derechos. En dictadura tal razonamiento llevó a que ciudadanos chilenos fueran lanzados al mar y desaparecidos. Y otros fusilados en el acto o expulsados del país con viento fresco.
Que tal desvarío mental siga presente en un sector político de la población sureña no resulta extraordinario; insondable es la estupidez humana. Lo preocupante es que dicho sector hoy nos gobierna en La Araucanía o cuando menos simpatiza y vota por quienes si lo hacen. Allí lo peligroso del actual dilema político para La Moneda. ¿Estará Sebastián Piñera dispuesto a permitir que el conflicto escale con tal de satisfacer las bajas pasiones de unos cuantos? Es noticia en desarrollo.
La tercera y última razón trata de procedimientos.
Según Gendarmería la petición ha sido denegada debido al alto número de funcionarios que involucraría así como por el riesgo de fuga. Se trataría de un operativo tan inédito como complejo, subrayan. Pero ello tiene solución; basta diseñar un protocolo. Y ajustarse al espíritu del Convenio 169 de la OIT que mandata a los Estados tomar medidas especiales para la reclusión de miembros y autoridades de pueblos originarios.
Tal es, guste o no, el caso de Celestino Córdova.
Tal vez nos llegó la hora. La hora de educarnos en serio en la cosmovisión mapuche, de entender que justicia no rima con ensañamiento y de respetar aquello que, firmado con la mano, Chile siempre termina borrando con el codo.