Columna Myriam Soto: “La importancia del contexto v/s el desarrollo”
Estamos en una época que más que nunca es necesario considerar el entorno socioeconómico y cultural en donde tiene lugar la vida de las personas y por ende las posibilidades del desarrollo humano, que entre otras cosas implica formar una identidad positiva; pero para lograrlo se debe tener presente si la sociedad y en particular los órganos del estado han creado las instalaciones y condiciones que se precisan para el buen desarrollo : establecimientos educacionales, centros de salud, universidades, bibliotecas, lugares de esparcimiento, acceso igualitario a las políticas públicas, especialmente en materias sociales, legales, en síntesis condiciones dignas de seguridad social, económicas y de habitabilidad.
Opuesto a un ambiente saludable, tenemos un entorno donde no existen las condiciones anteriormente mencionadas o si las hay presentan grandes limitantes y discriminaciones con una gran mayoría de la ciudadanía, existe particularmente para los jóvenes un entorno en que el desarrollo tiene lugar en un contexto donde los adultos están desempleados por largo tiempo y el crimen organizado comienza a apropiarse de los barrios más pobres y es aquí donde se reclutan a jóvenes para el tráfico de drogas, para la promoción de la prostitución adolescente, contrata de sicarios, etc. Lamentablemente, todos estos roles también están en una sociedad con libertad de elección.
Por otra parte familias con niveles de pobreza considerable logran pagar la educación de sus hijos para obtener un título profesional, muchas veces estos esforzados profesionales no logran ejercer su profesión, una de las razones más significativas es que sus familias no se encuentran en las redes del poder: ellos no poseen los medios para influir en los poderosos que están a cargo de la distribución de los recursos de una nación,
Quienes dirigen los órganos de la administración del estado, la gran mayoría de las veces no se preocupan de la distribución de la riqueza de una forma más equitativa, es por ello que un grupo importante de la sociedad queda rezagado en la desesperanza y la falta de oportunidades.
La falta de nexos e influencias se debe comúnmente a lo que Hofstede denomina “La distancia del poder”, la que se caracteriza con la nula influencia de los ciudadanos comunes sobre los recursos y la toma de decisiones sobre la distribución y accesibilidad a los beneficios estatales.
En un país con estructuras muy jerarquizadas como el nuestro, hay muy poca posibilidad de movilidad social, siempre los recursos y las decisiones estarán en manos de las elites con poder, las que finalmente gobiernan y distribuyen la riqueza en forma asimétrica.
El grado de desigualdad en la distribución de los ingresos mantiene a nuestro País en los niveles inferiores del ranking, a pesar de lo cual se habla cotidianamente de una mejor calidad de vida, de la superación de la pobreza, de la igualdad de oportunidades, de mejor educación que aún estamos lejos de lograr para nuestro desarrollo humano y societal.
En nuestro País y en especial en la Araucanía existe hoy en día una gran efervescencia sociocultural, los trabajadores que reclaman sueldos justos y estabilidad laboral, estudiantes que luchan por su derecho a una educación de calidad, comunidades indígenas que claman por un trato diferenciado acorde a su cultura, justicia para quienes ejercen acciones reñidas con el nuevo trato y recuperación territorial, etc.
La delincuencia en Chile está en pleno apogeo, se dice que la política gubernamental tiene intenciones de frenarla, sin éxito hasta el día de hoy, más y más medidas coercitivas en todo ámbito provoca reacciones aún más violentas, no se puede OLVIDAR que lo que nos está pasando es producto de las discriminaciones y desigualdades que persisten, y sin duda traen como consecuencia las frustraciones y actitudes negativas para observar nuestro desarrollo futuro; hay que hacer el esfuerzo conjunto por mejorar nuestras expectativas, dialogando con la diversidad de actores y creando espacios y condiciones para lograr el tan anhelado desarrollo.