Columna de Silvia Paillan: 8M Con “M” de Mapuche
Cuesta escribir sin parecer feminista, hoy que tras la caída de Jany Dueñas en Viña del Mar, muchos y muchas se sienten con el derecho a quitar mérito a una forma de entender la vida en sociedad de las mujeres.
No hay que perderse, la demanda social que otorgó derecho a voto en 1934 a las mujeres en Chile, no es una causa añeja, está más vigente que nunca, cuando se busca que como mujeres seamos medidas en igualdad de derechos y oportunidades.
Imaginen si esa lucha la trasladamos al mundo mapuche, una sociedad que también tiene sus vicios, entre ellos el machismo; que ha sido reflotado por el caricaturista Guido Salinas en su ya célebre cómic “Janequeo” o en esa frase tras una entrevista a mi lamngen Ana Llao (vocera del movimiento AD Mapu) que decía: “no podemos ser solo las que están friendo sopaipillas”, una frase potente y cargada de un prejuicio con el que luchamos muchas que convivimos en comunidad.
Desde la trinchera del periodismo he intentado legitimar una forma de hacer prensa que lejos de ser neutra propicie el debate, con actores diversos, intentando dar pluralismo a realidades que muchas veces son incomprendidas no sólo para los hombres, sino para una sociedad de cosmovisión distinta.
Que si ser machi es privilegio de mujeres, ¿por qué Celestino Córdoba se autoimpone ese título? ¿Qué por qué las mujeres arriesgan a sus niños al hacerlos parte de manifestaciones, visitas a la cárcel o a tribunales? Son sólo parte de los cuestionamientos que debo escuchar e intentar explicar desde la óptica mapuche; en el primer caso, dar cuenta de que la condición de machi no está asociada a un género específico. Y que en el segundo caso, en la cultura mapuche no existen las nanas y las mujeres cuidan de sus hijos aunque eso signifique andar con ellos en todo momento. Incluso las más complejas circunstancias asociadas a este conflicto.
Sin embargo, en los días más sombríos han surgido lideresas que engrandecen a las mujeres del wallmapu: entre ellas, las hermanas Berta y Nicolasa Quintremán en su lucha quijotezca contra Ralco, Ana Llao y su legado en política que aún se mantiene vigente como fuente referencial en materia indígena y contingencia, el crudo testimonio de vejaciones y que curtieron el carácter de la lonko Juana Calfunao, o los tres juicios que debió enfrentar la Machi Francisca Linconao para legitimar su inocencia en el caso Luchsinger- Mackay; Paola Linconao profesora nominada al World Teacher Prize y hoy vocalista del grupo Inche, o la doctora en lingüística Elisa Loncon Antileo, y más recientemente, Ada Huentecol, la madre de Brandon, el joven que se mantiene con cientos de perdigones en el cuerpo tras un confuso incidente con Carabineros.
Cuesta en este 8M pensar en los logros de la lucha por la igualdad de las mujeres, cuesta aún más si se ve desde el prisma mapuche en conflicto, pero existen y mientras existan esos logros, las mujeres sin distinción debemos seguir luchando porque nos miren de frente, no hacia arriba ni hacia abajo, sino en completa igualdad, esa que te da el saber que si tenemos las mismas capacidades en la lucha, las tenemos en los ambientes laborales, en la toma de decisiones, en la vida.
Ayiwün antü zomo!