Columna de Patricio Poza: “Participación como una luz de esperanza”
¡Son todos iguales! ¡Lo único que hacen es flojear! ¡Los políticos son corruptos! ¡No me representan!…
Actualmente se está desarrollando en Chile una crisis de representación que ha ido dañando y debilitando a nuestra democracia. Las personas sienten que no son representadas y en su mayoría consideran que las actuales autoridades no sirven para nada. Es cosa de ver los resultados de encuestas como la CEP para apreciar la gravedad del asunto.
Considero que sería injusto meter a todos en el mismo saco. Si bien hay “políticos” que salen electos y se olvidan de representar, estar en terreno y estudiar (algo que muchos no entienden pero que es fundamental en política), existen otros a los que se les ve todas las semanas en los barrios, recorriendo los distintos territorios o realizando gestiones con comunidades indígenas y organizaciones sociales.
Entonces la pregunta es la siguiente ¿Cómo recuperar la confianza con la ciudadanía? Esta es una tarea titánica, pero no imposible. La dictadura generó una grieta de dolor y desconfianza que con el retorno a la democracia no se pudo curar. Pero creo que aún hay tiempo y los gobiernos locales deben jugar un rol fundamental.
Desde los municipios se debe ir avanzando en una democracia territorial más participativa, consultiva y vinculante, fortaleciendo la comunicación de los distintos departamentos con la comunidad y generando espacios de toma de decisiones en donde se involucré la opinión de las mujeres y hombres de las distintas localidades.
El consejo municipal debe ser un espacio donde realmente se escuche a los dirigentes sociales y no sólo en donde puedan exponer un punto que no trascienda en la administración local. En Temuco, por ejemplo, se deben ampliar los presupuestos participativos a más sectores, llevar el municipio a los barrios y periódicamente estar consultando a la población sobre sus necesidades y no solo en periodo de campaña. No sigamos cometiendo los mismos errores.
Estamos viviendo un momento histórico en donde la ciudadanía quiere cambios sustanciales; aprovechemos este éxtasis social para proponer alternativas, para cambiar y mejorar el rumbo y para ir recomponiendo las confianzas. No dejemos caer a nuestra democracia en un abismo en donde los populismos se asomen como las únicas alternativas para una sociedad que no quiere más violencia pero que pide a gritos ser escuchada; que quiere dejar de lado el miedo y la represión para pasar a ser parte de las soluciones e involucrarse y comprometerse con la construcción de un Chile mejor.