Columna de Iván Cerda: El fin de los tributos

Mil años de retraso y estancamiento para el crecimiento y bienestar de la humanidad fue la grandiosa herencia dejada por la monarquía en su paso por el poder entre la caída del imperio Romano y la revolución Francesa de Napoleón. Un milenio de riqueza y prosperidad reservado solo para nobles que recogían los tributos acumulando riquezas que compartían con el círculo más cercano del rey. Esta perversa receta permitía someter a cortesanos y campesinos a trabajar las tierras a cambio de gozar de cierta protección contra bandidos, saqueadores e invasores del reino. Finalmente la vida para el hombre cambio cuando se hizo de la propiedad privada, emergió la libertad con la república y la aristocracia fue derrotada. Luego de esto, finalmente los impuestos comenzaron a llegar de vuelta a través de un nuevo modelo universal de recaudación que permitía administrar la sociedad tomando una parte del trabajo de la gente para entregarle más y mejores servicios a la sociedad. En la actualidad el tema controversial sigue estando en el monto que recaudan los estados y ¿que entregan a cambio de ello? En particular, la anterior reforma Tributaria de Bachelet al menos tenía un noble fin, pretendiendo mejorar la educación con una mayor recaudación que equilibraría la ecuación impositiva, así, el 10% más rico de Chile debía financiar el 83% de los aportes y donde el 93% de ello lo pagaría el 0,1% más rico del País, hecho que fue destacado por el Banco Mundial en su lucha contra la desigualdad de las naciones. Lamentablemente su implementación fue un desastre con efecto contrario, los alcances y las consecuencias las debieron pagar mayoritariamente las pymes y la gente común y cuyo resultado fue una menor recaudación a la esperada. Ahora la nueva reforma del Presidente Piñera apunta directo a beneficiar e incentivar la base de la pirámide, rebajando Impuestos, diferenciando tramos de tributación, depreciando instantáneamente activos, integrando el régimen e implementando nuevas estrategias que inyectan oportunidades y alientan directamente al torrente emprendedor y los sectores productivos del País. Una justa recaudación y un virtuoso fin para los tributos es mejorar la calidad de vida y la esperanza de este país.