Columna de Iván Cerda: El beneficio de entregar pobreza al pueblo Mapuche
El asistencialismo es un adictivo inductor de pobreza disfrazado hábilmente de beneficio, que atiende las necesidades urgentes y omite las capacidades permanentes de la gente, encajado justo para durar un periodo presidencial. Hace algunos años atrás, antes de la aplicación del controvertido Convenio 169 de la OIT las empresas solían hacer más llevaderas las relaciones con las comunidades indígenas llevando mesas de Ping Pong a las sedes sociales, como parte de los beneficios compartidos por su disruptiva intervención en el desarrollo local.
Por su parte, el estado en lo especifico no lo ha hecho tan mal, entregando desde hace décadas cientos de inútiles e improductivos beneficios, incluidos retazos de tierras sin que ello refleje hasta el día de hoy un cambio de modelo en la vida, el bienestar y las reclamaciones del pueblo mapuche. Un preocupante dato no oficial indica que se ha detectado una disconformidad superior al 90% en la entrega de beneficios en la Conadi.
¿Acaso estamos derrochando recursos o tal vez estamos tratando con una raza insaciable en sus ambiciones o extremadamente exigente en sus aspiraciones que definitivamente no se acopla en el formato de lo que nosotros entendemos por desarrollo? Miles de definiciones y explicaciones del actual conflicto las han hecho eruditos y dueños de la verdad, pero lo concreto es que una falla multisistémica que aborda aspectos políticos, sociales, culturales, pero principalmente económicos, no se ha podido resolver desatando la peor crisis conocida desde la promulgación de la ley indígena hace 27 años y que hoy nos ha pasado la cuenta pareciendo que tocar fondo es la única certeza esperada.
Donde está trabajando la comisión de expertos, economistas, sociólogos, filósofos y antropólogos del gobierno que junto a universidades y centros de estudio diseñan la política de integración económica con sello sustentable y pertinencia cultural para la próxima década o la autoridad contempla otro tour de iluminados ministros a la Araucanía para que esta vez se atrevan a cruzar el rio Cautín para conocer el contraste de una moderna Ciudad Occidental con la misma áfrica subsahariana donde la carencia de agua potable y la pobreza es tan evidente como permanente y que constituye una de las muchas razones fundadas para mantener vivo el conflicto.