Columna de Iván Cerda: Bolsonaro despertó al gigante dormido
Alrededor de 50 millones de brasileños despertaron abruptamente esa mañana a votar por Bolsonaro, removidos por la pesadilla de vivir la peor corrupción desatada en América del sur, sus cerca de trece millones de cesantes y los casi 200 crímenes diarios que sacuden la conciencia del País. Despertaron para decir basta, y ponerle fin a ese modelo populista disfrazado de democracia participativa y generosa que representa la perversión y el enriquecimiento del círculo político. Solo un fenómeno altamente reactivo y basal de su actual frustración y desesperanza explicaría que fueron los mismos votantes quienes desestimaron de plano las macabras, antivalóricas, xenófobas y antirracistas expresiones del candidato de derecha extrema Jair Bolsonaro en búsqueda del esperado ordenamiento jurídico y respeto al estado de derecho para su nación y sus habitantes. Mucho más no tienen para elegir, si el mas próximo adversario viene directamente del linaje marxista y toma lecciones en la misma cárcel con su condenado mentor Lula da Silva. Al parecer nos tiene más nerviosos y preocupados a nosotros sus terribles expresiones que al mismo pueblo brasileño, que no ha podido vincular ningún episodio trucho ni corrupto del pasado laboral ni político de Bolsonaro, quien además representa y asegura para ellos en el plano económico un modelo de estabilidad, libertad y crecimiento para los próximos años a través de un plan que incluye la transparencia y la eficiencia del estado entre otros con su anunciada privatización de empresas públicas, víctimas de la nociva gestión del poder que solo ha dejado deudas, abandono y paralización de la actividad, alivianando así la carga del estado. En política los milagros no existen, Bolsonaro no es un milagro, está justo en el lugar adecuado y en el momento exacto, para ofrecer lo que los votantes quieren comprar, una revolución disciplinada y nacionalista al más puro estilo Mein Kampf de la Alemania de los años 30. ¡Cuidado con eso!