La U no levanta cabeza
Su drama y todos sus complejos volvieron a aflorar en Rancagua, donde un laborioso 0’Higgins infligió una nueva derrota por la mínima a los azules, que suman apenas un punto en dos partidos en el arranque del torneo. Un 1-0 con polémica, mucha, que no alcanza sin embargo para camuflar las flaquezas del cuadro universitario.
Mudó el dibujo Frank Kudelka, disponiendo un novedoso 4-4-2 sobre el césped de El Teniente, renunciando a su clásico ideario, pero manteniendo a Torres, que se había perfilado como opción en la medular durante toda la semana, como acompañante de Benegas en la punta de ataque. Pero la apuesta no dio resultado.
Fue Benegas, de hecho, el principal agente de peligro de la U durante los compases iniciales en Rancagua. Y eso suele ser sinónimo de que en la zona de creación la cosa no marcha. La brega del ariete argentino consiguió al menos intimidar a la zaga de O’Higgins hasta que Acevedo cabeceó un saque de esquina al travesaño (9’) y Ubilla -de lo mejor de la U, por cierto- puso la réplica con un gran remate desde la frontal del área que también fue repelido por el larguero.
En esas andaban celestes y azules, librando uno de esos duelos plagados de intensidad y de malas decisiones que abundan en esta época del año, cuando llegó la acción clave del primer tiempo. Un lance, a los 19 minutos, que dejó retratado a Beausejour; temerario en su pase atrás sin sentido ni destinatario; a Carrasco, lentísimo en el retroceso; y a Francisco Gilabert, que señaló el punto fatídico cuando Johnny Herrera tocó la pelota antes de derribar a Renzo.
Y a punto estuvo también de tocar el balón Johnny en el lanzamiento desde los 12 pasos, pero la ejecución del propio López, fuerte, abajo, acabó por hacer subir al marcador el 1-0 con el que se llegó al descanso.
Pudo ser peor -de no haberse topado Cereceda, al filo del entretiempo, nuevamente con el palo-, pero no mucho más dramático. Un error arbitral obligaba al cuadro laico a remar a contracorriente todo el segundo acto.
Una segunda mitad que arrancó con novedades. Beausejour, renqueante, y Benegas, seguramente innecesario, dejaron su lugar en el césped a Barrios y Campos López. Pero el principal cambio, sin embargo, se produjo desde lo anímico.
Dejó de arrastrar sus exagerados complejos el equipo de Kudelka, se sacudió el pánico escénico y dio un paso al frente, favorecido por las horrorosas salidas de Pinto -inseguro toda la tarde- y las constantes cabalgadas de Torres. En un desmarque de ruptura del panameño acarició el empate la U, pero su definición en el mano a mano ante Pinto, tras una habilitación fantástica de Echeverría, murió en el travesaño. Un palo, el cuarto del partido, del que no logró reponerse ya el equipo azul.
Porque el tramo final, lastrado por constantes interrupciones y trifulcas, apenas sirvió para registrar el regreso de Oroz, intrascendente, a la que fuera su casa, y para agudizar aún más la impotencia de la U, que no conoce el triunfo en partido oficial en 2019. Un año que que se presume ya muy largo para los azules. Y demasiado corto, quizás, para Kudelka.
La Tercera