La Moneda agota la paciencia de RN

Hartos, esa es la verdad. Es que, al igual que en su primer mandato, es sabido que la relación del Presidente Sebastián Piñera con RN –su partido– comenzó con el pie izquierdo y, a pesar de los golpes en la mesa, los reclamos públicos y privados, las reuniones, los compromisos y las declaraciones de buena voluntad durante el último año y medio, la tensión entre ambos solo escala. Es que en Palacio cambian cosas para que nada cambie, el típico gatopardismo, lo que a estas alturas se resiente sobremanera en la colectividad que lidera el diputado Mario Desbordes.

Si el 2018 los problemas entre RN y Piñera pasaron por las designaciones de los cargos, en los cuales se favoreció con creces al gremialismo y al círculo del poderoso jefe de asesores del segundo piso, Cristián Larroulet, este año ha habido de todo: desde la inasistencia presidencial al aniversario de la colectividad hasta la “amenaza” de un “banderazo” de la bancada de diputados en las afueras de La Moneda, que tuvo que ser neutralizado por el propio Presidente, pues, de haberse concretado –reconocieron en el Gobierno– se habría inscrito como un hecho sin parangón y habría “manchado” la imagen del Jefe de Estado.

Ahora, el anuncio de La Moneda de sacar adelante la agenda de reformas institucionales –tarea que debe liderar el ministro del Interior, Andrés Chadwick– volvió a encender los ánimos en Renovación Nacional, ya que uno de los principales compromisos de la última cita a puertas cerradas entre dicha colectividad y Piñera había sido, precisamente, que se iba a establecer una mayor complicidad, sintonía y coordinación del trabajo conjunto, lo que claramente no sucedió.

Lo anterior, porque la publicitada invitación del Mandatario al Palacio de Cerro Castillo la semana pasada, primero con los senadores y presidentes de Chile Vamos y luego con los diputados, estuvo lejos de ser una instancia de trabajo y, más que discutir la agenda –criticaron en RN–, “nos notificaron de la decisión de sacarla adelante”.

Eso reactivó la molestia entre los parlamentarios de dicha colectividad, los cuales analizaron la situación el miércoles 24 de julio en Valparaíso, en una reunión extraordinaria de la bancada de diputados, instancia en la que se llegó a la conclusión de lo necesario, nuevamente, de tener que notificar a la administración piñerista sobre lo cansados y aburridos que están con la reiteración del trato y actitudes que el Gobierno se había comprometido a extirpar.  Y así se lo hicieron saber, a través de distintos personeros, a varios ministros durante los días siguientes.

Lo que incomoda sobremanera en RN es que, con la insistencia de Palacio en la agenda institucional, una vez más se han visto expuestos a tener que salir a defender y cuadrarse con iniciativas “a ciegas”, sobre las cuales ni siquiera hay total convencimiento en varios de sus puntos. “No somos un buzón”, reclamaron en el partido y desde la mesa directiva aseguraron que le habían notificado a La Moneda que “no nos vamos a tirar al agua así no más”.

El sinnúmero de hechos que constatan la dificultosa relación son un factor ineludible para tomar en cuenta, ya que una vez finalizado este segundo año de Gobierno, el margen de maniobra política de Piñera y La Moneda se reduce bastante, pues el 2020 empieza la ronda electoral con los comicios municipales y de gobernadores regionales, lo que no solo copará las prioridades de los partidos, sino que condicionará bastante la agenda de temas a discutir. En ese contexto, no es menor que sobre Palacio pese la advertencia de que siguen en deuda con su principal colectividad y que la paciencia se les está acabando.

La reforma institucional a la que, por ahora, Chile Vamos le puso paños fríos, considera cambios en el Tribunal Constitucional (TC), la Contraloría General de la República, el Parlamento y el Poder Judicial. Es decir, es de una magnitud tal que en RN no entienden cómo no ha sido mínimamente socializada, considerando que además La Moneda les pidió expresamente apoyo a las iniciativas.

El no cumplimiento de la palabra del Gobierno, como algunos calificaron, hizo que más de uno optara por desnudar las diferencias con varias de las propuestas que desde Palacio irán presentando paulatinamente.

En primer término, la idea de la reducción parlamentaria, un tema en el que RN nunca ha estado de acuerdo y así “se lo hicimos saber al ministro Chadwick” en su momento. Este ítem en específico causa rechazo en la interna de la tienda, pues ven en ese anuncio una maniobra del gremialismo que la Moneda se “compró cien por ciento”. Explicaron que, sin redistritaje, hay poco entusiasmo con el tema, puesto que apuntaría a un “gustito” mediático sin fundamentos del Ejecutivo que solo favorecería a la UDI, y que el objetivo de elevar el porcentaje mínimo de votación para ser electo a un 5%, solo tendría como trasfondo un “toreo” al timonel Desbordes, electo con un 4,8 por ciento.

También tienen reparos a la eventual reforma a la Contraloría, donde no todos están de acuerdo en lo que se considera una “burocratización” del ente público, dada la idea que se ha comunicado de quitar el poder unilateral de una única figura como el contralor y desconcentrarlo en tres representantes. Tampoco hay respaldo a la eliminación del fuero parlamentario, que acusaron como “otro volador de luces del Gobierno”.

Renovación Nacional no solo notificó a La Moneda de su molestia e incomodidad, también le advirtió de la decisión colectiva de tomarse “un tiempo de reflexión” en torno a los reparos que tienen sobre varias de las potenciales reformas. Algo que en Palacio deberían entender como una advertencia, sentenciaron en el partido.

Larga y tensa historia

Es cierto que desde su primer mandato que Piñera no milita formalmente en Renovación Nacional, pero eso es una formalidad, ya que su ADN político está en dicha colectividad, de la cual no solo ha sido una de sus figuras históricas, sino que además la comandó entre el 2001 y el 2004.

Sin embargo, ese vínculo no ha servido para mantener una relación fluida y tranquila entre el Mandatario y su partido. Los principales dolores de cabeza de Piñera con RN en su primera administración fueron el entonces timonel de la tienda, Carlos Larraín, y el senador Manuel José Ossandón, quien puso el acento en que a esa administración, con un gabinete excesivamente tecnócrata, le “faltaba de calle” y durante la campaña de las primarias de Chile Vamos le recordó –con la frase “no te declararon reo por lindo”– un aspecto de su pasado que el Primer Mandatario detesta que le saquen a colación: el episodio del Banco de Talca.

Aunque hoy no existe un personaje como Larraín u Ossandón en RN sobre el cual La Moneda personalice el conflicto como la vez anterior, es igual de cierto que el timonel Desbordes no ha tenido empacho en hacer saber públicamente sobre sus diferencias con el estilo presidencial, lo que le ha traído un buen rédito entre las huestes de la colectividad. Entre las más recordadas en La Moneda, están sus palabras tras la Cuenta Pública del 1 de junio –que pillaron de sorpresa a todos en Palacio– criticando el ítem de la integración en la Reforma Tributaria, lo cual retiró días después tras reunirse con Larroulet y la vocera Cecilia Pérez, donde se escucharon los reclamos del dirigente.

No es el único episodio. Desbordes cuestionó públicamente la decisión de Piñera de llevar al viaje a China a sus hijos, también le dijo al Mandatario que sus críticos dichos sobre la aspiración presidencial de Andrés Allamand habían sido “desproporcionados e innecesarios” y cuestionó la gestión del Gobierno en el polémico caso de los medidores inteligentes. Todo eso, acompañado cada cierto tiempo de la permanente crítica desde RN al excesivo poder e influencia que tiene Larroulet, en desmedro de la agenda, discurso, propuestas y definiciones de Renovación Nacional.

El sinnúmero de hechos que constatan la dificultosa relación son un factor ineludible para tomar en cuenta, ya que una vez finalizado este segundo año de Gobierno, el margen de maniobra política de Piñera y La Moneda se reduce bastante, pues el 2020 empieza la ronda electoral con los comicios municipales y de gobernadores regionales, lo que no solo copará las prioridades de los partidos, sino que condicionará bastante la agenda de temas a discutir. En ese contexto, no es menor que sobre Palacio pese la advertencia de que siguen en deuda con su principal colectividad y que la paciencia se les está acabando.

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