Columna de Myriam Soto: Agresividad versus Violencia
En esta oportunidad he querido escribir sobre un fenómeno recurrente en estos últimos tiempos, las reacciones agresivas y violentas de una gran cantidad de personas por situaciones aparentemente simples, casi domésticas, sin un mayor grado de complejidad; se transforman en grandes discusiones, en defensa irracional de nuestros puntos de vista y percepciones, que van desde agresiones verbales e incluso hasta la agresión física y por qué no mencionarlo hasta el homicidio del aparente adversario. Vale la pena preguntarse será un signo de los tiempos post modernidad, donde priman las conductas individualistas, las conductas competitivas, el activismo excesivo, el descuido de la familia, especialmente de los menores y adolescentes, la prevalencia del hacer, del tener, del lograr sobre el SER.
La violencia es un fenómeno complejo al que resulta difícil acercarse desde una perspectiva científica. Generalmente, estamos acostumbrados a leer ensayos sobre tipos concretos de violencia (como pueda ser la violencia de género o la violencia escolar), pero pocos textos se dedican a analizar en profundidad en qué consiste y qué factores influyen en su desarrollo.
Existen factores biológicos y sociales de la conducta violenta, la agresividad es una conducta innata, que aflora ante determinados estímulos y la violencia que es fruto de la interacción de la agresividad con el contexto sociocultural del sujeto, la violencia se adquiere mediante un proceso de socialización, por tanto la violencia comprende acciones o amenazas de acción u omisiones intencionales que causan o pueden causar daño a otros seres humanos.
Los contextos en que la violencia se puede expresar, tenemos en primer lugar, el familiar, especialmente en el caso de la violencia contra la mujer en las relaciones de pareja. Uno de los mitos sobre ésta (que es fruto de trastornos psiquiátricos o que sólo está presente en las clases desfavorecidas) pero también hay que tener presente los factores de riesgo de este tipo de violencia, desde una perspectiva ecológica (factores individuales, familiares, sociales y culturales). No podemos dejar de lado el concepto, tipos, causas y factores de riesgo del maltrato en general y un tema tan actual como la influencia de la visión de violencia en las pantallas, redes sociales y en concreto, en la televisión. Se destacan, entre otras cosas, los tipos de efectos que la visión reiterada de violencia en las pantallas puede tener en el telespectador (imitación, cultivo y desensibilización) .
Existe la disyuntiva de las bases biológicas y culturales de la violencia, lo verdadero es que hay una visión interaccionista que reconoce cierta base biológica (determinadas zonas cerebrales, presencia de ciertos neurotransmisores, etc.) pero que el acento está en la cultura. En resumen, al cerebro se debe nuestra agresividad pero es la cultura la que puede hipertrofiar esa agresividad y convertirla en violencia.
En conclusión, hay que distinguir entre actos del hombre en sentido figurado ( irracionales) y actos humanos, racionales, éticos, valóricos, de respeto a la dignidad de las personas, al reconocimiento de sus derechos, a la igualdad de oportunidades, al reconocimiento del otro como un igual y a ejercitar esa gran facultad del ser humano la tolerancia, de esta forma reduciremos los niveles de agresión y evitaremos situaciones conflictivas que sólo conllevan a aumentar nuestras frustraciones y negativismo en nuestro diario vivir.