Columna de Myriam Soto: “Tiempos de crisis o tiempos de paz”
Estamos ad portas de NAVIDAD, todos y todas las personas que tienen algún nivel de representación, autoridades y muy especialmente quienes son los responsables de la conducción de las diversas Iglesias cristianas nos instan a festejar en familia el nacimiento de Cristo EL SALVADOR, El que venció la muerte y nos prometió vida eterna. El Papa Francisco por otra parte nos señala que la familia es donde se puede poner en práctica el espíritu evangelizador y que es un lugar de perdón, sin perdón menciona “la familia se enferma”, se convierte en un espacio de conflictos y un reducto de penas.
Pero vale también preguntarse qué pasa a nivel de la sociedad, serán capaces de festejar y vivir estas fiestas en Paz las familias de migrantes, las de los trabajadores despedidos, las familias agredidas, las de los trabajadores portuarios que hoy en día luchan por mejores condiciones de vida y no son escuchadas sus demandas, tantos grupos familiares que en nuestra Araucanía viven en la marginalidad socioeconómica y muy en particular la familia del joven mapuche Camilo Catrillanca, asesinado sin motivo por fuerzas de carabineros pertenecientes a la institucionalidad del estado.
Sin duda estamos en tiempos críticos, complejos, problemáticos donde no se visualiza una posibilidad de cambios reales, la ciudadanía se siente desesperanzada y con mayor razón las personas que están sufriendo tantas desigualdades e injusticias. Las propuestas emanadas desde los órganos del estado se quedan en las buenas intenciones, cada vez es más difícil lograr credibilidad en relación al funcionamiento de las instituciones de todo orden.
Hoy vivimos un conflicto social que con cierta periodicidad produce consecuencias nefastas para las personas y la comunidad, por qué es social el conflicto, porque trasciende lo individual y procede de la propia estructura de la sociedad. Este es parte de un proceso interactivo que se da en un contexto determinado, es una construcción social, una creación humana diferenciada de la violencia, ya que pueden existir conflictos sin violencia, aunque no hay violencia sin conflicto.
El desafío a que nos vemos enfrentados es como lograr soluciones estables y duraderas, como privilegiar el diálogo franco y deponer posturas individualistas y antidemocráticas, es urgente en nuestra región iniciar un proceso de sanación social y cada cual aportar desde su posición y opción, las reales oportunidades para nuestra gente que espera una mejor calidad de vida, dejar de lado los temores, construir familia y por fin ejercer ese derecho humano básico de vivir en armonía y paz.