Iglesia de Santiago implementa manual para la prevención de abusos
Los escándalos por abusos sexuales no terminan de remecer a la Iglesia Católica chilena, que sigue en la lupa del Ministerio Público y, en general, de toda la comunidad, nacional e internacional, luego de que este viernes el Papa Francisco resolviera expulsar del estado clerical a Fernando Karadima.
En medio de todo este escenario, el Arzobispado de Santiago busca también dar señales de un cambio respecto de cómo se enfrenta este problema. En particular, sobre el deber ser de la relación que el clero mantiene con niños, niñas, adolescentes y personas con algún tipo de discapacidad. Por ello, la entidad publicó en su sitio web oficial el documento titulado “Orientaciones que fomentan el buen trato y la sana convivencia pastoral”. Una suerte de manual que busca evitar nuevos casos de abusos sexuales de parte de consagrados.
El escrito, de nueve páginas (y en el cual jamás se nombra la palabra “abuso/s”, salvo para identificar al ente a cargo de este tema), aborda la problemática a través de siete capítulos, con una introducción en la cual el arzobispo de Santiago, cardenal Ricardo Ezzati, indica que “es necesario establecer orientaciones que proporcionen principios de conducta en determinadas situaciones pastorales”.
Agrega que “los pastores (…) deben, en todo momento y en cualquier situación, estar conscientes de las responsabilidades que acompañan su trabajo”. También llama a los sacerdotes y religiosos en general estar atentos a los signos que pudiesen convertirse en potenciales problemas.
El documento, que se pretende entre en vigencia el 28 de abril de 2019, para la Fiesta de la Divina Misericordia, fue trabajado por el Consejo para la Prevención de Abusos del Arzobispado de Santiago. Esta entidad, recientemente creada por la arquidiócesis y encabezada por la abogada Andrea Idalsoaga, tiene a su cargo la Oficina Pastoral de Denuncias (Opade) y el Departamento de Promoción de Ambientes Sanos.
Sin embargo, este trabajo de las “Orientaciones…” también generó cuestionamientos de parte de algunas autoridades, como la defensora de la Niñez, Patricia Muñoz, quien, tras leer el escrito, sostuvo que “quedé en estado de shock”.
Un sacerdote de la misma arquidiócesis, en cambio, aseguró que si bien el escrito “puede parecer alarmista, desproporcionado o falto de delicadeza al explicitar cosas tan terribles, justamente se plantea así por todo lo que sucedió y que se quiere evitar en el futuro, como una manera de generar clara conciencia, no sólo entre los consagrados, sino también entre los laicos”.
La psicóloga Paulina Pérez, directora del departamento de promoción de ambientes sanos de la delegación para la verdad y la paz, del Arzobispado de Santiago, explicó que lo que se busca es “objetivar parámetros de conducta que aseguren la protección de niños y jóvenes”. Según la profesional, el documento orientador se basó en la experiencia de la diócesis de Estados Unidos “particularmente Boston, además del documento Towards Healing de la Iglesia en Australia, y de instituciones civiles norteamericanas líderes en el ámbito de la protección de menores frente al abuso sexual, con documentos como: Praesidium y Virtus”.