Columna Pastor Esteban Fonseca: “Entre lo santo y lo profano no hicieron diferencia”
Hoy vuelve a relucir una cultura que hizo estragos a la buena moral de tiempos antiguos. Por ejemplo se vuelve a sentir los estragos de la corrupción como lo vio el profeta Ezequiel, por el año 571 A. de C. ,
Ezequiel tuvo que profetizar en nombre de Dios a un pueblo rebelde que aunque estaban cautivos por los babilonios no fueron temerosos de Dios
La conducta de del pueblo de aquél entonces, era indeseable a los ojos de Dios y el Dios eterno quien cuyos atributos son la omnisciencia, todo lo sabe y la omnipresencia, pues está en todas partes, despertó celosamente por lo que estaban viendo sus ojos.
El ser humano, en aquél entonces, había dejado el buen camino que Dios mismo le había señalado desde tiempos de Abraham y se encontraba desafiando al Dios eterno y santo siguiendo una conducta inmoral.
Los tiempos aunque distantes a los nuestros parecen florecer con las señales que se dan en todos los países del mundo. Hoy como ayer los profetas hablan mentiras diciendo que Dios ha hablado y El no ha hablado. Los sacerdotes, responsables del culto hoy como ayer vuelven a caer en faltas vergonzosas perdiendo el temor a Dios. El pueblo como ayer también abusa del extranjero perdiendo la prudencia y engañándole haciéndole sufrir olvidando que son sus iguales ante Dios y que están en tierra extraña..
Nos preguntamos porqué sucede siempre eso con el hombre. Sucede aquello y mucho más porque el hombre ha dejado lo revelado de Dios y se ha distanciado de su creador y se ha propuesto vivir a su manera, Cuando Dios no está presente en el corazón, caemos en las apariencias de todo orden incluso en lo religioso. Cuando Jesucristo no domina la vida y solo se lleva como un símbolo colgando en el cuello o se instala solo en la mente y no es el centro del corazón, el hombre vive como quiere y camina por caminos torcidos copiando toda clase de males y vergüenzas.
Pero Dios es un Dios oportunidades. El ama al ser humano y le espera, le tiene paciencia. En los tiempos de Ezequiel (Ezequiel cap.22) Dios vio la corrupción y lo que hacían los hombres como hoy también lo ve. Dios vio que todo el pueblo era una nación depravada, pero se dejó tiempo para buscar a un hombre entre todos los habitantes de esa época. Un hombre que sea distinto y que pudiera humillarse ante El y que implore e interceda por sus compatriotas. Tristemente no lo halló.
Quizás en medio de la insolencia humana de hoy, Dios encuentre a hombres y mujeres que se partan el corazón ante Dios rogando por las ciudades, por el país. En medio de la corrupción de la violencia desatada tanto en el hogar como las comunidades, en medio de la absurda intención de las organizaciones que se rebelan contra el escrito divino e inventan toda cosa contra el nombre de Dios, ojalá Dios encuentre a hombres y mujeres de compasión y dispuestos a entregarse pidiendo misericordia.