Columna de Myriam Soto: PARENTALIDAD desde la Mirada de la Adopción
Francoise Dekeuwer-Defossez dice:
La familia doméstica, aquella que vive bajo un mismo techo, tiene funciones de parentalidad con respecto a los niños que son ahí educados; es decir, que ésta les da los medios materiales, educativos y afectivos, para convertirse en adultos. Esta función se cumple sea cual sea el estado jurídico de estos niños. No hay que confundirse con el parentesco, que inscribe a un niño en una línea genealógica. la parentalidad puede cambiar, puede ser ejercida sucesivamente o simultáneamente por varias personas. El parentesco es mucho más exclusivo (Dekeuwer, 2001 p.18)
Comienzo con esta cita debido a que muchos suelen confundir el término parentalidad con parentesco. Ahora bien, sabemos que el hecho de aludir al término parentalidad, nos referimos a la relación que existe entre padres e hijos (haciendo referencia al cuidado, protección, entre otros aspectos), ¿Qué ocurre con aquellas personas que según la sociedad presentan cierta discapacidad o bien como antaño se les denominaba como personas con conductas sociales desviadas?, ¿Se les considera aptos para formar una familia bien vista desde la mirada de la sociedad actual?, o PERSONAS DE BIEN, término acuñado por la aristocracia chilena, las cuales eran consideradas en determinados círculos sociales altos. Con recursos suficientes, educados en colegios particulares, en su mayoría, en manos de congregaciones religiosas.
En la actualidad la discusión profunda recién comienza, se han formado movimientos que defienden una u otra postura, se ha avanzado en eliminar barreras y acciones discriminatorias, pero no lo suficiente como para cambiar cierta mentalidad aún imperante en determinados espacios sociales y políticos, donde aún en el siglo 21 escuchamos a ciertas personas que, se les escapa conforme a sus convicciones personales el concepto ”gente de bien”, que luego desde una perspectiva política deben recurrir a entregar otras interpretaciones más progresistas para la ciudadanía.
Existen dos tipos de parentalidad, la biológica, que tiene que ver con la procreación, y la parentalidad social, que tiene que ver con la existencia de capacidades para cuidar, proteger, educar y socializar a los hijos. Los padres deben ser seres capaces de proteger, crear una red de apoyo para los hijos y cubrir todas las necesidades de estos. Las competencias parentales, son las capacidades para cuidar de los hijos y dar respuestas adecuadas a sus necesidades. Masten y Curtis (2000)
Lo anterior sin duda implica que, si miramos a la familia como un sistema social, donde el todo es más que la suma de las partes, la vida familiar tiende a dar un giro importante cuando se trata de adoptar (parentalidad social); aspectos que se supone estaban al menos relativamente regulados muchas veces pasan a ser a ser fuente de conflicto. La familia por lo general abandona algunas actividades, renuncia muchas veces a su independencia, posterga proyectos y dedica el mayor tiempo y energía a prestar atención al nuevo integrante .
Desde un punto de vista teórico la adaptación personal , familiar y social implica un proceso que se mueve entre dos tendencias: El estancamiento y el Crecimiento . La familia tiende de un modo natural a mantener su estabilidad a pesar de las perturbaciones que les están surgiendo., actuando como si nada ha pasado o introduciendo cambios superficiales. Las crisis y desequilibrios surgen en todas las familias y algunas se resisten a cambiar, repitiendo esquemas de interacción social ineficaces para la nueva realidad.
Para asegurar la estabilidad será preciso reasignar responsabilidades, planificar actividades, establecer normas y pautas con la debida claridad; esto permite a la familia aceptar progresivamente el cambio; la tendencia al crecimiento se caracteriza por la flexibilidad, la evolución y la búsqueda de nuevas formas de funcionamiento para afrontar y adaptarse a las nuevas circunstancias.
Las familias, cualquiera sea su conformación, junto con luchar por el desarrollo de todas las capacidades , debe continuar con su independencia habitual, pues ésta representa un grupo de personas que permanecen emocionalmente unidas y que están ligadas por lazos de proximidad cotidiana, cualquiera sea su composición, la familia es el primer contexto socializador, el primer entorno natural en donde los miembros que la componen evolucionan y se desarrollan a nivel afectivo, físico, intelectual, junto con cumplir un gran rol de introducir a los hijos en el mundo de las interrelaciones personales, los objetos y relaciones entre sus integrantes serán en gran medida el “ modelo “ de comportamiento con los demás, al igual que lo va a ser la forma de enfrentar los conflictos que se generan en el medio familiar; pues éstos pueden evaluarse como crisis o problemas o bien como conflictos situacionales que representan crisis de desarrollo y crecimiento familiar.
La Parentalidad como nuevo concepto de familia, corresponde a una respuesta propia del siglo 21, orientada a ayudar a las familias a vivir mejor las relaciones entre padres e hijos, pues a diferencia de las sociedades tradicionales, donde las parejas jóvenes estaban expuestas y seguían una serie de ritos (matrimonio, embarazo, parto, bautizo, etc); en la sociedad actual la familia se ha modificado, ya no se vive como antes, hoy en día hay familias monoparentales, homoparentales, migrantes, de extrema pobreza, entre otras.
Desde un punto de vista conceptual la parentalidad es un enfoque integral del desarrollo del niño, de los padres y la familia, dicho modelo fue propuesto por primera vez en Francia por el siquiatra infantil Serge Lebovice a fines de la década del 70, la palabra viene de parent que significa padres y está relacionada con la denominada “ Parentela”, vale decir conjunto de parientes.
El gran desafío de los padres (Biológicos o adoptivos) es proporcionar a sus hijos herramientas, principios y valores que le ayuden a comportarse y desenvolverse en sociedad. Son estos quienes deben liderar el proyecto de vida de sus hijos, cuando logran esto habrán alcanzado éxito en la crianza, dando a cada uno un lugar en la familia y sociedad, sin ser preferencial o excluyente.